EL EFECTO 2000

COMO FACTOR DE RIESGO EN LOS MERCADOS FINANCIEROS

 Ignacio Boixo, Septiembre 1999.

 Programa de Doctorado IADE. Universidad Autónoma de Madrid

 RESUMEN

El objetivo de este trabajo es analizar el riesgo asociado al denominado “efecto 2000” en los mercados financieros. Primeramente, se describen los escenarios de riesgo del efecto 2000 en el funcionamiento de la “economía real”, en el funcionamiento de los mercados financieros, y como impacto en los mercados financieros debido al propio riesgo de fallos. Se identifican las derivaciones que el riesgo del efecto 2000 podría tener en un modelo de gestión global de riesgos. Para cuantificar el riesgo que los mercados atribuyen al efecto 2000, se elabora un método simple, basado en el modelo CAPM. Como el riesgo del efecto 2000 tiene fechas predecibles, se estudia su interrelación con los efectos estacionales y de día-de-la-semana. La conclusión obtenida induce a predecir impactos en la liquidez de los mercados por la conjunción temporal de los efectos 2000, estacional y día-de-la-semana. Estas tensiones de liquidez tendrían lugar en las fechas finales de 1999, y resultarían más afectadas los agentes económicos (y quizá países) de menor tamaño y/o menor preparación ante el efecto 2000. Los “prestamistas de última instancia” (bancos emisores y bancos de organismos internacionales) tendrían, en este supuesto, un importante papel que jugar.

 

INTRODUCCION

El riesgo del efecto 2000 -que los ordenadores dejen de seguir funcionando normalmente cuando termine el año 1999 y comience el año 2000- puede tener, y de hecho tiene, una marcada influencia en los mercados financieros. Un factor de refuerzo de los potenciales riesgos atribuidos al efecto 2000 es el hecho de que el 31 de Diciembre de 1999, Viernes, ha sido o va a ser declarado festivo en la mayoría de los mercados financieros, para permitir abordar técnicamente una transición al año 2000 con mayores garantías de éxito. De la misma manera, algunos mercados financieros no van a abrir el Lunes 3 de Enero del 2000, para dar tiempo a comprobar que los sistemas informáticos no sufren del efecto 2000.

Este riesgo del efecto 2000, como cualquier otro riesgo, puede ser estudiado mediante el modelo de valoración de activos financieros CAPM, que enlaza rentabilidad y riesgo, prediciendo que la rentabilidad de un activo con riesgo es una función lineal y positiva de su beta de mercado. Sobre el grado de influencia del efecto 2000 en los mercados financieros podrían, por tanto, elaborarse hipótesis, y llevar a cabo contrastaciones empíricas sobre el grado de explicación que proporcionen.

Sin embargo, no se ha localizado literatura financiera que analice esta influencia desde un punto de vista econométrico formal. La razón es bien simple: hasta que no acontezca la transición al año 2000, no existirá, por definición, evidencia empírica que permita contrastar ninguna hipótesis.

Es de señalar que los datos actualmente disponibles en los mercados de futuros ya permiten contrastar empíricamente hipótesis sobre el riesgo que el mercado atribuye al efecto 2000. Para ello, se elaboran los escenarios de riesgo, y se plantea el esquema de investigación sobre el efecto 2000 como factor de riesgo en los mercados financieros. La variación que el efecto 2000 produce en el mercado de futuros puede proporcionar información sobre el beta que el mercado le atribuye, como una medida empírica del riesgo de cierta importancia, según GRUNDY y MALKIEL (1996).

Los estudios referentes a la relación existente entre los mercados de futuros y los mercados al contado, como SILVAPULLE y MOOSA (1999), podrían ser aplicados al estudio del periodo anterior y posterior al 1 de Enero del 2000. Ya que pueden proporcionar evidencias empíricas del mercado de futuros para este periodo, la influencia del efecto 2000 puede ser establecida de una manera significativa, como factor mensurable de riesgo, y formular hipótesis, por tanto, del impacto que este riesgo tendría en el mercado de contado, y en las variaciones de rentabilidades que el modelo CAPM pueda predecir.

El objetivo de este trabajo consiste en profundizar en el estudio del impacto del efecto 2000 de los mercados financieros bajo la hipótesis de que no se producirán fallos significativos que impacten ni a la economía real, ni a los mercados financieros, centrándose en el impacto que tiene el propio riesgo de esos fallos.

 

 

ESCENARIOS DE RIESGO DEL EFECTO 2000

Los autores definen, en general, tres hipótesis principales sobre cómo puede afectar el efecto 2000 a los mercados financieros.

  1. Fallos que impactan a la “economía real”

  2. Fallos que impactan a los mercados financieros

  3. Impacto en los mercados financieros debido al propio riesgo de fallos

Los fallos que impactan a la “economía real” son debidos a que si los ordenadores no funcionan, gran parte de los agentes económicos, simplemente, no pueden funcionar. Este es la hipótesis “catastrofista” de YARDENI (1998), ya que puede dar lugar a enormes pérdidas que, efectivamente, causen una recesión en la “economía real. Para evitar que este escenario se haga realidad, se están realizando fuertes inversiones en tecnología informática. De esta manera, se espera conjurar la aparición del “efecto 2000”. Sean o no fructíferas esas inversiones, el hecho es que, las inversiones en sí mismas, tienen un efecto económico, dentro del campo de asignación eficiente de recursos.

Los fallos que impactan en los mercados financieros son debidos a que, actualmente, prácticamente todas las operaciones que se cruzan están realizadas mediante soporte informático, como describen, entre otros, THAKOR (1999) y HANCOCK, HUMPHREY y WILCOX (1999). Sin este soporte informático, las operaciones financieras, simplemente, no pueden llevarse a cabo. Por otra parte, la fluidez de estas operaciones es crucial, pues los intermediarios financieros que sean incapaces de cruzar operaciones, se verán sometidos a importantes riesgos en un corto espacio de tiempo, días o quizá horas.

Un importante problema, quizá el principal, con el que se enfrenta un agente económico incapaz de cruzar operaciones es la liquidez, pues ha de cumplir sus obligaciones con sus acreedores sin que el agente tenga capacidad para seguir operando, y realizar sus activos con los que cubrir sus posiciones. Simplificadamente, esto acaba generando un problema de liquidez temporal al agente económico, hasta que éste es capaz de reanudar sus operaciones con normalidad.

Si son suficientes los agentes económicos incapaces de llevar a cabo sus operaciones, las tensiones de liquidez pueden extenderse, como una reacción en cadena, a todo el mercado financiero. BAYTAS y CAKICI (1999) han encontrado evidencias empíricas a la hipótesis de “sobrerreación” de los mercados, donde buenas (o malas) noticias recientes provocan rápidamente variaciones excesivas en las carteras, que se corrigen cuando los inversores consideran, ya con más calma, que han reaccionado en exceso. Los estudios como SANMARTIN (1997) sugieren, en ciertos casos, la intervención de prestamistas de última  instancia para evitar tensiones del sistema financiero en su conjunto.

Existiría, además, un impacto en los mercados financieros debido al propio riesgo de fallos. Aun en el supuesto caso de que las medidas preventivas para conjurar el efecto 2000 tengan un éxito total, y no se produzca ningún fallo, no por eso el efecto 2000 habrá dejado de tener impacto en los mercados financieros, según el concepto de “profecía autocumplida”.

De hecho, buena parte de la teoría económica está dedicada a la retribución del riesgo, y es evidente que un riesgo ha existido. La evidencia empírica en BANK OF ENGLAND (1999) ha mostrado una subida de los tipos de interés en el mercado de futuros. Esta subida tuvo lugar en Diciembre de 1998, donde se observan unas diferencias de hasta 40 puntos básicos entre los futuros de Diciembre 1999, en relación a los futuros de septiembre 1999 y marzo del 2000. Para significar la importancia de esta diferencia, baste decir que el diferencial máximo observado desde 1994 es de 15 puntos básicos. Se podría suponer que esta diferencia cubre el riesgo potencial de aparición del efecto 2000.

 

EL EFECTO 2000 Y LA GESTIÓN GLOBAL DE RIESGOS.

Una estructura de gestión de riesgos en los mercados financieros puede verse en este cuadro de TALEB (1997):

Se puede observar que los riesgos del efecto 2000 caerían en la categoría de “riesgos tecnológicos” bajo el epígrafe de “riesgos residuales”. Como el uso de tecnología informática en los mercados actuales es condición necesaria, aunque no sea suficiente, para su funcionamiento, se pueden dar riesgos derivados de la paralización de los mercados, como serían:

  1. Riesgos de fraude, sobre los que existe literatura contemplando fraudes que podrían posibilitarse y/o o pasar inadvertidos, amparados en la sobrecarga que el efecto 2000 produce en los sistemas usuales de mantenimiento, detección y resolución de problemas informáticos.

  2. Riesgos operacionales, ya que son las propias operaciones las que van a resultar impactadas por fallos tecnológicos.

  3. Riesgos legales del efecto 2000, por la responsabilidad en que incurre la empresa o entidad donde se produce el fallo.

  4. Riesgos de crédito, por los potenciales impactos que una paralización de operaciones tendría en capacidad del agente económico de cumplir con sus compromisos.

  

Riesgos tecnológicos del efecto 2000.

El riesgo tecnológico efecto 2000 se deriva de que los programas informáticos que tratan fechas, en muchas ocasiones, han sido diseñados para guardar exclusivamente los dos últimos dígitos del año, y ahorrarse el tener que tratar y almacenar los dos primeros dígitos, que implícitamente se suponen “19”. Esta suposición falla cuando comience el año 2000, pues los programas afectados tomarán erróneamente la fecha del año 2000 como datada en 1900, y los cálculos con fechas producirán resultados incorrectos.

Ciertos programas orientados a cálculos con fechas futuras, como son las hipotecas o expiración de tarjetas de crédito, se han ido comprobando paulatinamente según han tenido que ir tratando con fechas posteriores a 1999.

Pero la gran mayoría de programas presumiblemente afectados, que sólo tratan fechas del presente o del futuro a muy corto plazo, no tendrán que tratar con fechas posteriores al año 1999 hasta que, efectivamente, llegue el cambio del 1999 al 2000.

Si bien revisar y corregir (en su caso) los programas presumiblemente afectados es una tarea de considerable volumen, puede llevarse (y de hecho se ha llevado) a cabo con suficiente antelación al año 2000, dedicando los recursos necesarios que, aunque son importantes, presentarían simplemente un caso clásico de asignación eficiente de recursos.

Donde realmente se manifiesta el riesgo del efecto 2000 es en la dificultad de probar que las revisiones y correcciones han sido efectivas. Como, a efectos prácticos, no existe ningún procedimiento de verificación formal de programas, que pudiera demostrar formalmente que un programa dado cumple con unas especificaciones determinadas, y que esas especificaciones son completas y coherentes, la verificación ha de hacerse mediante métodos heurísticos, comúnmente conocidos como “prueba y error”.

Las pruebas deberían teóricamente ser exhaustivas, abarcando todos los casos posibles, incluyendo aquellos casos que el programa deba detectar como erróneos, como fecha amortización anterior a fecha de préstamo. Para complicar aún mas las pruebas, los programas están fuertemente interrelacionados, proporcionándose información unos a otros, por lo que hay que comprobar también estas interrelaciones.

El caso óptimo para llevar a cabo el método de prueba y error sería tener disponible un universo informático gemelo donde el reloj ya estuviera en el año 2000, o bien poner los ordenadores del universo real a funcionar, durante un período de varios días, con el reloj en el año 2000. Pero, en la economía real, ni está disponible un universo informático paralelo, ni se puede detener el funcionamiento cotidiano de los ordenadores para realizar pruebas del efecto 2000.

La realidad de las pruebas del efecto 2000 consiste en probar, bien sea en ordenadores de pruebas, o bien sea en ordenadores de uso cotidiano durante períodos que no afecten a la producción (ej.: fines de semana), un subconjunto de casos que se estiman representativos para cada programa. Los programas están integrados en conjuntos relacionados, y de estos conjuntos de programas a su vez se hacen pruebas de integración sobre el subconjunto de interrelaciones que se estime suficiente.

Estas estimaciones de pruebas a realizar se hacen según “criterios generalmente aceptados”, que pueden dejar fuera casos e interrelaciones en error, con el riesgo consiguiente de fallos cuando acontezca realmente la transición al año 2000. Este es el riesgo tecnológico asociado al efecto 2000.

 

Riesgos legales del efecto 2000.

Desde la perspectiva del aseguramiento de siniestros, el efecto 2000 no es un riesgo que pueda ser protegido por una póliza de seguros, pues cumple con principios determinísticos básicos, como son:

  1. Es perfectamente predecible.

  2. Puede evitarse tomando, anticipadamente, las medidas correctoras oportunas.

  3. El momento en el que ocurre está perfectamente delimitado.

Estos argumentos también descartarían que los riegos del efecto 2000 pudieran ser considerados como fortuitos o de “causa de fuerza mayor”.

Sin embargo, la literatura informática no considera que el efecto 2000 cumpla principios tan claramente los establecidos por el sector asegurador: 

1.        Cuando un sistema informático funciona fuera de especificaciones, como es el caso del efecto 2000, la literatura informática afirma que “los resultados son impredecibles”. No es posible determinar que es lo que va a suceder, salvo que los sistemas informáticos no van a funcionar como debieran. Este es el riesgo conocido como “contaminación de fechas”, donde resultados aparentemente correctos son en realidad falsos, sin que los errores resulten evidentes.

2.        Dada la interrelación existente entre los sistemas informáticos, y entre sus componentes entre sí, y teniendo en cuenta la ausencia, a efectos prácticos, de métodos efectivos de validación formal de programas, el tomar anticipadamente las medidas correctoras oportunas reduce el riesgo, pero no puede eliminarlo completamente.

3.        El riesgo de fallos es máximo a las 00:00 del 1/1/2000, pero en realidad adopta una función probabilística, pues los fallos sólo se manifestarán cuando cada elemento de programación no preparado para el 2000 entre en funcionamiento real, como pueden ser los cierres anuales del año 2000, o han sido las fechas de caducidad posteriores a 1999 en las tarjetas de crédito.

Por otra parte, los suministradores de programas de ordenador explícitamente excluyen, mediante contrato, cualquier responsabilidad que pudiera derivarse de un error, asumiendo, en el mejor de los casos, la devolución del importe pagado.

Todo esto significaría que, desde el punto de vista legal, la responsabilidad de los daños causados por el efecto 2000 sería de la empresa o entidad donde precisamente se produce el fallo.

 

Riesgos de crédito del efecto 2000

Los riesgos en el crédito ya se están manifestando. Simplemente, basta observar la información proporcionada por los agentes económicos para comprobar que todos ellos dedican un capítulo a explicar cómo han abordado la resolución interna del efecto 2000.

En la Malla Máxima Mundial (World Wide Web), el sitio de cada empresa contiene información actualizada sobre sus planes y resultados en relación al efecto 2000. Se pueden producir variaciones en las calificaciones de riesgo de aquellas instituciones cuyo grado de preparación ante el efecto 2000 no sea tan bueno como el de su competencia.

Esta variación en calificaciones de riesgo puede ser también significativa entre países.

El Joint Year 2000 Council (www.bis.org), creado en Abril de 1998, presidido por Mr. Roger Ferguson -gobernador del Federal Reserve System-, y con sede en el Banco Internacional de Pagos de Basilea, ha agrupado a las organizaciones de Sistemas de Pago y Liquidación, Supervisión Bancaria, Supervisión de Seguros y Mercados de Instrumentos Financieros (Securities), como punto de coordinación global del año 2000 en los mercados financieros. El Joint Year 2000 Council, en colaboración con el grupo de coordinación Global 2000 Co-ordinating Group (www.global2k.com), difunde información sobre el grado de preparación ante el efecto 2000 de los diverso países, con especial incidencia en los diversos subsectores financieros. Es probable que la información reflejada por el Global 2000 pueda tener su influencia en los operadores de mercado a la hora de marcar riesgos y preferencias.

A efectos prácticos, la diferencia principal entre ambos grupos consiste en que el Joint Year 2000 Council está orientado a las autoridades de los mercados financieros, mientras que el Global 2000 Co-ordinating Group está enfocado al sector privado de los mercados financieros.

 

 

EL MODELO CAPM Y EL EFECTO 2000 EN EL MERCADO DE FUTUROS

Una línea de investigación para la cual ya existen datos empíricos es el mercado de futuros. Dado que existe evidencia empírica de un incremento en los tipos a Diciembre de 1999 en relación con los de Septiembre de 1999 y Marzo del 2000, pueden obtenerse medidas del riesgo a través de los modelos econométricos.

El modelo CAPM podría ser utilizado de una forma inversa a lo habitual. Este modelo es el más contrastado para establecer la relación entre rentabilidad y riesgo. Puede, por tanto, dar indicaciones sobre el riesgo estimado por el mercado en función de la rentabilidad que el mercado asigna.

El CAPM postula que es el riesgo sistemático, denominado beta de mercado, el que establece las diferencias entre las rentabilidades esperadas de cualquier activo financiero. La ecuación básica para valorar activos arriesgados en un contexto de equilibrio es la siguiente:

E(Ri) = ¡0 + ¡1biM                  [1]

Donde E(Ri) es la rentabilidad media esperada del activo i; ¡0 y ¡1 son constantes, y biM es la volatilidad del activo respecto a la cartera de mercado. biM viene expresado por su medida de volatilidad:

biM = s iM / s2M                      [2]

El efecto 2000, y el incremento de riesgo que lleva implícito puede afectar a la rentabilidad esperada de varias maneras.

En una primera línea de investigación, podría estudiarse al mercado como un todo. Si la rentabilidad esperada en el mercado de futuros es claramente diferente en el periodo afectado por el efecto 2000 de otros periodos tomados como patrón, podría obtenerse una evidencia empírica del riesgo atribuido por el mercado al efecto 2000. Para ello, podría utilizarse la ecuación [1] y hallar la diferencia:

E(Rpi) = ¡0 + ¡1bpiM                [3]                               E(Rki) = ¡0 + ¡1bkiM                     [4]

Siendo p el periodo muestral y k el periodo referente al efecto 2000. Por ejemplo, podría tomarse p como los meses Diciembre de los últimos n años, y k como Diciembre de 1999.

Dado que ¡0 y ¡1 son constantes, despejando ¡0 en [3] y [4] se llega a:

E(Rki) - E(Rpi) = ¡1(bkiM - bpiM)                     [5]

Como los factores E(Rki), E(Rpi), ¡1 y bpiM son determinables por métodos empíricos, la ecuación [5] sirve para determinar el valor estimado de bkiM y, por tanto, la diferencia entre ambas betas. Esto puede dar una evidencia empírica del riesgo atribuido al efecto 2000.

La ecuación [5] puede servir para ver la volatilidad atribuible al efecto 2000 en diversos cortes transversales del mercado. Por ejemplo, la i puede simbolizar a las agrupaciones medias o ponderadas  de valores de diferentes sectores económicos, y mostrar evidencias empíricas que sostengan o refuten la hipótesis de que le mercado diferencia a esos sectores en función de su exposición al efecto 2000. Del mismo modo, la i puede simbolizar a diversas agrupaciones de países y comprobar, a través de la variabilidad en los rendimientos observados en los mercados de futuros de deuda pública y divisas, si existe alguna diferencia entre la exposición al riesgo entre unos y otros países o conjuntos de países.

La ecuación [5] puede, también, aportar evidencia empírica sobre el riesgo esperado por el mercado en función de la distancia temporal remanente hasta el 1 de Enero del 2000. Para ello, bastaría con tomar p y k como pm y km , siendo m la rentabilidad esperada en el mes m-ésimo anterior en el mercado de futuros. Por ejemplo, en el caso expuesto, si m=12, observaríamos el riesgo atribuido al efecto 2000 en Diciembre de 1998. Si de la variación de m resultara una variación del riesgo estimado por el mercado, se podría obtener evaluación empírica del fenómeno de la subida de rentabilidad en el mercado de futuros observado entre Diciembre de 1998 y Enero del 2000.

Cuando se disponga de evidencia empírica de qué es lo que sucede con el efecto 2000 en la realidad, esto es, a partir del 1 de Enero del año 2000, se podrían obtener evidencias empíricas de hasta qué punto los mercados de futuro anticipan efectivamente el riesgo real subyacente. Al ser el efecto 2000 un ejemplo arquetípico de riesgo sistémico, pueden ser utilizado para contrastar las hipótesis sobre las relaciones rentabilidad-riesgo y la eficiencia del mercado.

Bien es cierto que el efecto 2000 es irrepetible, por lo que sólo se dispondría de una única muestra. Debido a ello la evidencia empírica a obtener es, por falta de datos muestrales, de alcance limitado. Dado que el riesgo es, en último extremo, una función de probabilidad, un solo evento, difícilmente, puede avalar o rechazar ninguna hipótesis sobre la capacidad del mercado para predecir acontecimientos futuros. Tanto si el efecto 2000 provoca fallos graves, como si el efecto 2000 no provoca ningún fallo, la función de probabilidad asociada al riesgo habría contemplado ambas hipótesis.

 

 

EL EFECTO 2000 Y LOS EFECTOS ESTACIONALES Y DE DÍA-DE-LA-SEMANA

Existe abundante literatura sobre la estacionalidad en los mercados financieros, especialmente, los conocidos como efecto estacional y efecto día-de-la-semana, descritos, entre otros, por GÓMEZ y MARHUENDA (1998) y TAPIA (1997) en los mercados Españoles, y HAN, KLING y SELL (1999) y DUBOIS y LOUVET (1996) en los mercados internacionales. Estos efectos se manifiestan en mayor medida los Lunes (día-de-la-semana) y en el mes de Enero (estacional).

Pues bien, el primer día de operación de los mercados financieros en el año 2000 será, precisamente, el Lunes 3 de Enero. Estos factores estacionales podrían distorsionar la medición del riesgo asociada al efecto 2000.

Los estudios realizados sugieren cierta correlación positiva entre el efecto estacional y el tamaño de la empresa, de manera que son las empresas de menor tamaño bursátil las que más destacan en su rentabilidad en el mes de Enero. Dado que una de las hipótesis sobre el efecto 2000 es que puede afectar en mayor medida a las empresas de menor capitalización bursátil, una línea atractiva de investigación sería establecer una correlación entre ambos efectos.

Similar razonamiento puede utilizarse para el efecto día-de-la-semana. De todas maneras, aunque el primer día de apertura de los mercados financieros en el año 2000 sea el Lunes 3 de Enero, es de esperar que el “ruido” estadístico producido por el efecto 2000 en su momento de máximo riesgo tienda a ocultar la aparición del efecto día-de-la-semana. Bien es cierto que, también, podría sostenerse como hipótesis justo lo contrario, esto es, que el efecto 2000 y el efecto día-de-la-semana se refuercen mutuamente produciendo unos resultados estadísticamente muy significativos. Contrastar estas hipótesis cuando se disponga de datos empíricos sobre los mercados, correspondientes al Lunes 3 de Enero del 2000, puede abrir una interesante línea de investigación.

La literatura sobre el efecto estacional y el efecto día-de-la-semana también sugiere evidencias empíricas sobre cierres de posiciones previos a estos efectos. Así tendríamos un efecto estacional en Diciembre y un efecto día-de-la-semana los Viernes, donde los agentes financieros provocarían órdenes de ventas estadísticamente significativas. PRADO (1999) ha detectado efectos estacionales los Viernes en los 30 minutos previos al cierre de mercado español. Entre otras causas, los autores sugieren la existencia de una tendencia a evitar posiciones abiertas durante el cambio de año y durante el fin de semana. Esta tendencia puede ser debida a factores tan humanos como el deseo de dejar las posiciones cerradas y tomar el descanso de esas fechas con tranquilidad . Otros autores sugieren la influencia impositiva de la realización de minusvalías para explicar el efecto estacional.

Si las hipótesis del efecto estacional y efecto día-de-la-semana son ciertas, entonces, por su combinación temporal con el efecto 2000, es de esperar el reforzamiento de la tendencia vendedora y de cierre de posiciones durante el mes de Diciembre de 1999, alcanzando un clímax el último día de mercado, el Jueves 30, cerca de la hora de cierre. Una línea de investigación se abre para encontrar evidencias empíricas de la relación entre estos tres efectos. Desde la perspectiva econométrica esta línea de investigación ofrece la ventaja de que, exclusivamente, se opera sobre funciones probabilísticas de estimación de riesgo por parte de los mercados, ya que no es previsible que el efecto 2000 provoque fallos todavía en esas fechas.

 

CONCLUSIÓN: LIQUIDEZ Y EFECTOS 2000, ESTACIONAL Y DÍA-DE-LA-SEMANA

Ante la combinación simultánea del efecto estacional, el efecto día-de-la-semana y el efecto2000, surge otra interrogante: ¿Cómo se va a ver impactada la liquidez en los mercados financieros?.

Si, de acuerdo con las hipótesis reseñadas, los efectos estacionales incrementan la presión vendedora, y si el “efecto 2000”, al aumentar el riesgo -siguiendo al modelo CAPM- sugiere la conveniencia de cambiar activos que devienen arriesgados por activos de menor riesgo, bien pudiera producirse una fuerte presión vendedora con sesgo.

Los activos expuestos a mayor imagen de riesgo por el efecto 2000, como podrían ser las empresas menos grandes y/o países de menor confianza a los mercados, podrían ver sus activos súbitamente sometidos a una importante presión vendedora, creando tensiones de liquidez.

Según el efecto estacional y el efecto día-de-la-semana, la presión vendedora se tornaría en compradora a partir de la apertura de los mercados en el año 2000, bajo el supuesto que efectivamente acontezca el escenario donde el efecto 2000 no provoca fallos ni en el funcionamiento de la economía real ni en los mercados.

Las tensiones de liquidez durarían unos días, mientras la presión vendedora previa a Nochevieja se torna en presión compradora posterior a Año Nuevo. Se produciría una especie de “ciclo vendedor/comprador” de unos días de longitud. El tema crucial sería, para las empresas y países afectados negativamente, la forma de obtener liquidez suficiente durante el semiciclo correspondiente a la presión vendedora, en los días inmediatamente anteriores al año 2000.

Los mercados de futuros, opciones y derivados podrían jugar un papel fundamental a la hora de reducir la amplitud de este “ciclo comprador/vendedor”.

Entre los reguladores del mercado, la función de “prestamista en última instancia” cobra una importancia significativa. La función de “prestamista en última instancia” de los reguladores de mercado puede, a priori, ser mejor explicada por aproximaciones cualitativas que cuantitativas. Dado que los conceptos como “confianza en el mercado” y “funcionamiento del mercado financiero” están influenciados por conceptos difícilmente cuantificables como “riesgo de contagio”, “riesgo moral” y “opinión pública”, su análisis mediante métodos econométricos no es especialmente sencillo. En todo caso, los principales bancos emisores han anunciado “ex-ante” la disponibilidad de mecanismos de liquidez para afrontar las tensiones que el efecto 2000 pueda producir. Cuando se disponga de información “ex-post”, podrá analizarse si esta disponibilidad de liquidez ha sido, en efecto, inyectada al mercado, en qué medida, y a quiénes.

 

BIBLIOGRAFÍA

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